la máquina de coser de la abuela

La máquina de coser de la abuela

En nuestra infancia tuvimos la oportunidad de mirar, sentir y jugar en la máquina de coser de la abuela. Estas máquinas estaban teñidas de la magia de los cuentos. Callados quedábamos mirando el movimiento de la aguja mientras ella remendaba nuestros sueños. Era peligroso acercarse, así que nos habían habilitado una sillita de donde nos sentábamos, bien lejos, para mirar el subir y bajar de la aguja. 

Muchas abuelas se ganaban la vida cosiendo. Las telas almacenadas en los años previos, surtieron a muchas familias de la ropa necesaria en los terribles y larguísimos meses de la guerra civil. Los niños crecían deprisa y la ropa se les quedaba pequeño enseguida. ¡«La tela era dura y tiesa, así les duró más! Como para no aprovecharla. Ninguno se quejó.»

Ahora estas máquinas están arrinconadas como monumento a mejores días, pero sabemos que les duele que nadie valore aquel tesoro vital que la había ayudado tanto tiempo. Crecimos, las abuelas ya no cosen, pero algunas sí… Ahora compramos ropa estandardizad y todos vestimos igual. Ya no hay máquina capaz de remendar estos tejidos y prendas tan malos. Casi no merece la pena cambiar una cremallera. Vale más hacerlo que comprar un pantalón en el Lefties.

Estamos perdiendo una tradición, se está perdiendo el respeto para la artesanía y para el medio ambiente. Se produce más ropa de la que el mundo pueda procesar… al igual que el plástico. 

En nuestro Atelier tenemos dos máquinas antiguas y muchas abuelas se paran a recordar los viejos tiempos usando una de estas máquinas a pedal. 

La historia de la máquina de coser

A principios de 1800, la ropa se cosía a mano, pero en 1846, Elias Howe lo cambió todo  patentando la primera máquina de coser que hizo posible la producción masiva de ropa.

Las primeras máquinas de coser fueron diseñados para aplicaciones industriales. Las primeras patentes para máquinas se habían concedido en Inglaterra en 1755, en Austria en 1819, en los EE. UU en 1826 y Francia en 1830. 

En 1755 Charles T. Wiesenthal diseñó y patentó una aguja de doble punta para eliminar la necesidad de girar la aguja con cada puntada.

En 1830 Bartolomé Thimonnier de Saint-Etienne utilizó la aguja de doble punta  como base para la primera máquina de coser de uso práctico. 

En 1834 el estadounidense Walter Hunt, diseñó una máquina de coser de doble hilo.

En 1849 Hunt patentó el pasador de seguridad pero sin sacar provecho de él.

Elias Howe después de cinco años de trabajo y dedicación inventó en 1845 la primera máquina de coser automática. Su solicitud de patente se completó el 17 de mayo del 1846 y se concedió el 10 de septiembre 1846.

En 1851 Isaac Merritt Singer maquinista de Boston, Massachusetts, introdujo la primera máquina de coser para uso doméstico. Aunque las primeras máquinas Singer se basan en el concepto de Howe, más tarde se patentó el brazo rígido y una barra vertical para mantener el paño contra el movimiento ascendente de la aguja. Howe presentó una demanda contra Singer por violación de patentes y ganó. En 1856 se formó un grupo que constaba de las siguientes Marcas: Singer, Howe, Wheeler-Wilson, y Grover-Baker.

Estas cuatro empresas combinaron sus patentes, obligando los de más fabricantes apagar quince dólares por máquina para obtener la licencia de producción.

En 1855 una máquina de coser Singer ganó el primer premio en la Feria Mundial de París.

En 1877 la última patente expiró y la Singer pasó a desarrollar la máquina de coser fundando la Singer Sewing Machine Company convirtiéndose en el mayor fabricante de máquinas de coser. 

En 1889 nació la primera máquina de coser eléctrica para uso doméstico.


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